sábado, 12 de octubre de 2013

Una vez más.


Hoy has vuelto a hacerme daño. Sé que es sin querer, que no era tu intención. Y, sin embargo, después has sabido que estaba mal y te ha dado igual.

Has dicho que no, que ojalá pudieras hacer algo. Pero podías. Podías estar aquí. Cualquiera de tus palabras hubiera servido. Cualquiera que demostrara que te importo aunque sea un poco.

Tú eres la razón de que esté forzándome a mí misma a volver. Por ti me estoy empujando a Caperucita y a tantas cosas que hacen daño... Y ni siquiera te importo de verdad. Ni siquiera te importo lo bastante para estar ahí cuando estoy mal. ¿Por qué has vuelto entonces? ¿Te sentías culpable y volver fue la manera de aplacar tu conciencia? ¿Es esta tu manera de hacer lo correcto? Entonces, en esta ecuación, yo soy lo de menos. Así, ¿cómo voy a dejar de tener miedo de que te vayas? ¿Cómo voy a volver a confiar?

Acabo de darme cuenta de que te he convertido en el "Tú" de mi vida. Y quizá ese haya sido mi error. Quizá no quieres que te quiera, quizá te estés aburriendo de todo esto. Así son las cosas, supongo. Te he dado un lugar en mi vida tan enorme, tan adentro, que cuando no estás, el vacío es demasiado grande. Casi tanto como yo. Como siempre, es culpa mía. Una vez más.

No hay comentarios:

Publicar un comentario