martes, 8 de octubre de 2013

Querido Tú:



Escribo esto como si lo fueras a leer y la sola idea me produce miedo y alivio a la vez. Lo escribo porque me fío de la persona que me soporta a todas horas, quien me encontró cuando estaba perdida.

Quería decirte que siento todo lo que ha pasado. Lo siento sobre todo porque no sé si algún día volveré a estar bien. Es demasiado dolor en muy poco tiempo. Hoy puedo decir con certeza que este fin de semana ha sido el peor de toda mi vida. Pensaba que no se podía sufrir tanto. Que no es humanamente posible y, ¿sabes? Me equivocaba.

Las medidas del dolor siempre son relativas. No puedo ponerlo en una cantidad, decirte una magnitud. Sólo puedo explicar lo que yo he vivido. He pasado cerca de cincuenta horas sin dormir de puro dolor. De puro miedo. Y aún así creí que lo mejor sería dormir y no despertar nunca. Gracias a Dios esta vez no tenía cerca la medicación ni nada que pudiera hacerme más daño del que ya llevaba dentro. He pasado las horas llorando sin parar. Llorando tanto que me daban accesos de vómito. No sabes la de veces que en dos días perdí la noción del tiempo tirada en el suelo del cuarto de baño. Ella, Alicia, no me dejó sola ni un segundo desde que lo supo. Me pedía que comiera pero yo no quería y no podía. A veces lo hice sólo por miedo a que ella también se fuera.

Te habías ido y yo me había quedado a las puertas del "para siempre" que nos habíamos prometido.Te habías ido. En menos de un año pierdo a mi mejor amiga y luego a la persona que me salvó la vida después de aquello. A ti. Y la segunda era por mi culpa. No sabes la de veces que he deseado que me pasara algo horrible. No sabes cuánto he llegado a odiarme.

Creo que lo peor que pudiste decirme era que te había hundido. Sé que lo hice. Y eso era aún peor. Hacerte daño a ti. A ti. Cuando había removido cielo y tierra para verte. Lo di todo. Hasta tal punto que este fin de semana me había perdido a mí misma. Ni a mí misma me tenía. 

Confieso que ha habido momentos en que he querido odiarte sólo para que doliera un poco menos. Porque tú eras feliz sin mí y yo me consumía de dolor. Soy así de cobarde. Cuando pensaba sólo en mí hubiera querido que sintieras el daño que sentía yo... Y entonces me acordaba de ti y sabía que por protegerte de este dolor habría dado media vida. Tú sabes la de cosas que he hecho por protegerte, por cuidar de tu corazón. Y tantas otras que no sabes y no te diré. ¿Iba a dejar de hacerlo aunque me muriera de dolor?

No sabes lo patética, minúscula, insignificante que me he llegado a sentir viéndote bien con los demás. Me he odiado por ser una causa de dolor para ti. Figúrate la paradoja: tú estabas bien mientras yo me ahogaba en mi cama culpándome por haberte hecho daño.

Y luego me escribiste la madrugada del domingo. Te contesté y no tuve respuesta. Por la noche el sentido común perdía la batalla y volvía a espiarte. Feliz. Creo que ahí fue cuando me rompí. Ella, Alicia, lo sabe. Dejé de hablar. Mi madre me zarandeaba intentando que reaccionara y todo. No dormí aquella noche. Lloré hasta que me dolieron los ojos y después nada. Nada.

Me sentía de corcho. Aún me siento así. Hablaste. Dijiste que querías seguir y no supe qué sentir. Creo que aún no me lo creo. Volviste cuando estaba "asumiendo" cosas. Dijiste que me perdonabas. Preguntaste que si tan mal estaba, que si te necesitaba de verdad. ¿Y sabes qué pasó? Sonreí. Fue casi un acto reflejo. No fue una sonrisa bonita. ¿Cómo explicarte que te has ido y me he vuelto loca de dolor? Hasta ella llegó a tener miedo por mí la mañana del lunes. Miedo de que se me hubiera ido la cabeza. Pregúntale.

Que me preguntaras eso... No lo has entendido aún, ¿verdad? Fue lo que pensé. No has entendido que entrego mi cariño a muchas personas. Mi amor a sólo unas pocas. Y que cuando quiero, quiero de verdad. Hasta el final. No te lo puedo haber demostrado más y eso tienes que saberlo. Te hubieras ido para siempre y yo te hubiera querido toda mi vida. Como la querré a ella pase lo que pase. Dicho esto, si quieres irte vete ya. No voy a soportarlo dos veces. Y aún a pesar de todo el dolor...

No pensé en decirte que no ni un segundo, cuando quisiste volver. Ni un segundo. Pero el miedo hacía estragos y temblaba. Aún tiemblo a ratos. Aún hay tics que no puedo parar. Todo desde este fin de semana. Dicen que Dios perdona siempre, los hombres a veces y la naturaleza nunca. Así tengo mi cuerpo, que parece que esté enferma: descontrolado de tics, temblores y demás.

No me atrevo a darte los buenos días. No me atrevo a decirte las cosas que te decía por mi estúpido complejo de madre. No me atrevo a decirte esto a la cara. No me atrevo a creerme que quieras seguir aquí. No me atrevo ni a pensar que esta vez sí sea para siempre. No me atrevo a decirte que te quiero.

Te pedí que tuvieras paciencia pero no sé si entendiste por qué. Te lo pedí porque después del domingo por la noche ya no sé nada. Ya no me creo nada. No sé qué quiero. No sé qué siento y quizá lo peor de todo es no saber qué sientes tú. No sé si me quieres. No sé lo que sientes, no sé si te tengo o si no.

Siempre creí en lo que me decías. Siempre he creído que me querías porque solías decirlo así. Y yo he sido tuya siempre. Y de repente eres feliz sin mí y yo te he hecho el mayor daño de toda tu vida. Ya no sé qué creer. Casi me cuesta creer que ella, que Alicia me quiera de verdad. Y lo creo porque sigue aquí cada día y me lo recuerda y me lo repite. "Te quiero, bonita." Dice a cada rato. Por eso te pedí paciencia. Porque voy a tardar en curarme y creer, si es que lo consigo.

Nunca he querido hacerte daño. Y si no te digo esto a la cara es por eso. Y si no he querido que ella hablara contigo es por lo mismo. Ojalá lo entiendas. Ojalá el verme distinta no te aleje. Y ojalá estés donde quieres estar. Después de todo, aún en lo peor de mis noches, el dolor no era en balde. Tenía sentido porque tú eras feliz. Me estaba volviendo loca de dolor pero tú eras feliz.

Lo creas o no, nunca he querido otra cosa que tu felicidad; desde el momento en que te conocí. Y aunque ahora mismo no sepa nada, sé que nunca voy a desear para ti nada menos que lo mejor. Y cuando digo nunca es nunca porque cuando digo siempre, es siempre.








No hay comentarios:

Publicar un comentario