lunes, 18 de noviembre de 2013

Me ves.


Diluvia. Camino cabizbaja, enfundada en una chaqueta que siempre fue demasiado grande. Con la capucha apenas se me ven los ojos. No es impermeable pero es gruesa y aun así siento frío. Guardo el móvil porque pf. Qué estoy haciendo. Entro y me quito la capucha, aliviada de poder estirar el cuello. No paro. Sigo caminando pero ahí está tu mano que me coge, un poco brusca, del brazo.  

"Eh. Sea lo que sea... Pasará." 

Joder, Jota, qué susto, ¿qué haces fuera de cafetería? Subía unos cafés a los jefazos, ¿y tú qué tienes, niña? Un costipao. Sí, y yo soy Lina Morgan. ¿No era rubia? No me cambies de tema, morena. ¿La rima te ha salido sola? Que qué tienes. No es nada grave. Mal de amores, ¿no? Culpa tuya, que me enamoras y te vas. 

Te ríes y me despeinas. Tengo que quejarme y protestar como una niña o no me dejarás marcharme. A clase, me dices. Otra vez, Jota, otra vez me salvas de mí misma. Tu seguridad, tu firmeza. Eres de carne y hueso. Me ves. No soy invisible porque tú me ves. Aunque sólo seas tú. 



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