jueves, 21 de noviembre de 2013

De cuando CASI me quedo sin café.



"Uy, uy, uy... ¿Qué ha pasado ahí?" La he mirado sin entender de qué me hablaba. "No te hagas la sueca. Ese de ahí ha estado a tres centímetros de tu cama." Sigo sin entender nada. Qué soez. Ese quién. Y... ¿Has venido sólo a decirme esto? Pues por lo visto sí. Se estaba refiriendo a un chico al que casi le tiro el café encima cuando me he girado para ir desde la barra a las mesas.  

Él se lo ha tomado bastante bien. Ha hecho un chiste que no he entendido sobre lo caliente del café y se ha reído. Yo he vuelto a mi mesa y he abierto el periódico pero sólo me ha dado tiempo a leer medio titular de portada porque mi querida compañera ya estaba delante mía con el uy, uy, uy. La he mirado como miraría a un especimen de algo extraño. ¿Que yo qué? ¿Que él qué?  

Pues que dice que él estaba ligando conmigo y no he podido hacer otra cosa que echarme a reír como hacía tiempo que no lo hacía. Reír a carcajadas. Las mesas más cercanas nos han lanzado alguna que otra mirada furtiva. ¿Conmigo? Me hace gracia. Tú necesitas cotilleo fresco y yo sólo quería un café y un periódico. Mi compañera me miraba sin saber si ofenderse por mis carcajadas o si reír conmigo. Le he facilitado la decisión diciéndole que ese chaval no estaba ligando, estaba salvando su camisa de una mancha de café.  

Ha insistido en que no. "¿Por qué no vas a por él?" Eso ya no me ha hecho tanta gracia. Nunca he entendido esa expresión de ir a por alguien. Es extraña. ¿Sabes? Nunca he hecho eso. No sé ni por qué te lo he contado. Nunca he ido a por alguien. Supongo que eso lo explica todo. (Aquí vendría un gigante equisdé que en una conversación oral no sé cómo poner.) Reyes me entendería. Y al pensar eso he vuelto a reírme. No me he dado cuenta de que con ese comentario he dado pie a cotilleos y conjeturas hasta Navidad, al menos. 

He sido plenamente consciente cuando compañera ha decidido que tenía que volver a su mesa, sonriendo con no se qué excusa de mercadillo. Suspiro y, cuando miro al frente, -¡cómo es la vida!- mi casi víctima me estaba mirando desde su mesa y me hacía una señal de reconocimiento con la cabeza. He tenido que morderme la lengua para no poner los ojos en blanco y echarme a reír.


No hay comentarios:

Publicar un comentario