martes, 19 de noviembre de 2013

A veces, cuando siento que no puedo.


A veces, cuando siento que no puedo, que ya no respiro, que no tengo tiempo, que me he equivocado de siglo, de vida y de lugar. Esas veces cuando todo se nubla. Quisiera volver a escalar hasta tu cama, trepando por un edredón que huele a ti.Volver a gritar tu nombre desde mi habitación, muerta de miedo, sabiendo que vendrías. ¿Te cuento un secreto? A veces no tenía miedo. Sólo ganas de estar contigo y que me contaras el cuento de Caperucita al que sieeempre le cambiabas el final. Porque, ¿cómo va a ser siempre lo mismo? Caperucita va muchas veces al bosque porque Caperucita se hace mayor como yo. 

Y ahora que Caperucita ya se pone tacones y sujetador, como las niñas mayores, lloro por ti. Te echo de menos. Cómo me cogías en brazos cuando me acercaba demasiado a las escaleras. Cómo apagabas cualquier fuego, echabas a cualquier monstruo, encendías cualquier luz. Cómo en la tormenta te reías de los truenos. Mira cómo se enfadan los ángeles cuando no nos portamos bien. Pero son tan buenos que no nos hacen daño: sólo envían ruido y agua. Y el agua es buena, decías. De ti aprendí a querer la lluvia. Dime que no dejarás de quereme. Ven por la noche a mirar debajo de mi cama. No me dejes de querer. 



No hay comentarios:

Publicar un comentario