Querría contarte una historia. Empieza con una guitarra y unas cuerdas que cambiar: estas ya han sonado demasiado.
-Papá, ¿no le duele a la guitarra?
-No lo sé, cariño, no le he preguntado.
-Pero, ¿tú crees que le duele?
Antes de contestar, lo medita mientras sus dedos fuertes tensan las cuerdas nuevas que, indómitas, se resisten a ser dominadas. "Quizá sí, un poco. Pero las necesita. Y al principio estará incómoda y luego irá acostumbrándose y un buen día, cuando ya les tenga cariño, habrá que volver a cambiarlas." El cariño de la guitarra hace daño a las cuerdas, papá. Qué historia tan triste.
No hay comentarios:
Publicar un comentario